Algo que
afecta seriamente nuestra unidad como naciones es nuestra fragmentación como
naciones tal parece que nuestras raíces europeas no dejará cabida a la unidad
en la que nuestro Simón Bolívar descubrió que las ambiciones personales y las
dimensiones eran más fuertes que el sentido del deber y el entusiasmo por la
causa.
Cristo en una ocasión expresó diciendo “todo reino dividido contra sí mismo no
prevalece”.
Es el
interés del autor de este libro en el que todos los Latinoamericanos lográramos
la unión, pero no una unió solo con el fin de estar unido por el mismo idioma,
sino dentro de la unidad cristiana “no”
de religión sino como lo expresó Cristo “Padre
que sean uno así como tú y yo somos uno”.
Como todo hombre en el cual
su ideal de mejoría hacia su nación no se realiza Bolívar se retiró a Jamaica
donde escribió su “Carta de Jamaica” el 6 de septiembre de 1815, en el
que expuso las aspiraciones de la Revolución, el estado de los gobiernos y las
perspectivas para el porvenir.
De tal padre
tal es el hijo
Venezuela, al igual que Francia, le tocó el
papel de la propagación de los ideales de la libertad, igualdad aunque la
primera no lo hiciera de manera escrita y la segunda sí, esto implicaba que
Venezuela no sintiera suya esta responsabilidad.
Bolívar Aglutino bajo su mando una “legión extranjera”, compuesta por
veteranos ingleses e irlandeses de las guerras europeas; libertando así a Nueva
Granada y Venezuela con la cual formaría la “Unión de Colombia”.
Las ideas revolucionarias de libertad en la cual empezó en Francia y se propago
para toda Europa y el mundo, fueron su mayor apoyo pero aquí en América y en
particular en la nación de Venezuela tuvo un impacto decisivo en su relación
con el resto de la América Latina.
Bolívar emprendió las campañas para libertar
a Ecuador y Perú. En 1822 ocupó Quito e incorporó dicha provincia a “La Gran
Colombia”, Bolívar fue aclamado como el Emperador de América al
igual como lo fue Napoleón en Francia con la diferencia de que el primero no
aceptó y el segundo sí al respecto Bolívar exclamó:
“Napoleón era grande y único y además
ambicioso, aquí no hay nada de eso:
tampoco quiero
imitar a César y
menos a un
Iturbide. Tales ejemplos
me parecen
indignos de mi gloria.
La historia nos demuestra de que las
regiones del mundo necesitan necesariamente de una potencia que incida sobre
ellas como ocurrió en el oriente medio al principio de los primeros siglos de
la humanidad en la cual Egipto, Asiría, Babilonia, Media y Persia, Grecia y
finalmente Roma dominaron bajo su férula todas las naciones o pueblos de
aquella región, de no ser así los pequeños reyes y tribus estuvieran en una
constante rivalidad y pugna llevando al caos a la región.
De igual manera lo hizo Roma en Europa y
todo el mundo conocido en la cual el mundo habitó en paz, haciendo posible el
desenvolvimiento de las actividades productivas.
Después del descalabro del Imperio romano,
las naciones contiguas volvieron otra vez a rivalizar entre si, sumiendo al
caos a Europa y las constantes guerras entre ellas no se hizo esperar.
Las diferencias se trasladaron también a América,
en donde las nuevas tierras colonizadas habidas de oro, plata, en donde las
naciones de Europa se disputaban sus riquezas suscitó amplias disputas
territoriales: España contra Inglaterra por el norte de América; Portugal
contra España por el sur amazónico; Francia contra España por sus islas del Caribe
y el consecuente resultado de Saqueos, robos, matanzas de indios y por último,
las colonias americanas por su independencia.
Dichos acontecimientos nos
hacen recordar las palabras de Cristo cuando dijo:
“Porque se levantará reino contra reino
y nación contra nación”.
Las nuevas repúblicas creadas por Bolívar
eran inquietas “les faltaba el hábito de gobernarse por sí mismas”, después
de casi tres siglos de ser gobernadas por otras.
Europa también vivió momentos muy similares
en la que se diferencian mucho de las de América, cuando Francia declaró en
1777 la consagración de los derechos humanos suscito entre los reyes de Europa
una reacción en la que las ideas de democracia y libertad repercutían
grandemente en las nuevas repúblicas, y quién mejor país que Venezuela para
proporcionar al más grande ilustre propagador de las ideas de la propia
autodeterminación, entre las naciones de la Europa americana.
Pero la desigualdad militar en la región
motivó que una invadiera a otra en el 1829 los Peruanos invadieron Colombia;
poco después se sublevó el General Córdoba.
Estallaron desórdenes en los distintos
países liberados; surgieron disensiones entre las repúblicas; se promovieron
cambios y luchas políticas motivando así, guerras y conflictos.
Ramón Rivera….
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